Singularmente bella la noche que cae
guardando en su misterio, que impotente observo,
todo lo que no ha muerto en esa negritud
apasionada en su cortejo de estrellas.
En silencio camino a la cena que me espera
allá, en La Escondida, conmovido en la belleza
de lo oscuro, sólo quebrado en ese haz de luz
de mi linterna.
Trato de ver lo ignoto más allá, entre espinillos,
pero no hay más que desnudez de sombras
en esa plenitud infinita, y algún recuerdo…
Escucho entre los golpeteos de mi sangre
un murmullo infantil, que se hace carne como propio
en ese pasado guardado en mi piel.
Me aproximo a la paz excelsa e incuestionable
del momento de entrar al nido que me espera,
y me entrego.
De mi libro “Del sentir que reverbera”. 2018 ISBN 978-987-763-458-7