La conciencia es nuestro juez
siempre o casi siempre nos juzga.
El alma y la conciencia se conjugan,
también se determinan a su vez.
Nuestra conciencia dictamina
paralelamente el alma condena.
Implícita y vital cadena,
que nos acompaña y conglutina.
Y así discurrimos por la vida
existencia imprevisible y convergente,
paralelo indefinido,distinta fuente.
Infinita existencia alma inducida,
muere el cuerpo y con él su conciencia.
Lo impercedero vuelve a su esencia.
Julio Carbó