Se veía venir una tormenta,
en una fría noche de invierno,
cuando el reloj marcaba las diés,
se juntaron dos hombres vestidos
de negro.
Se miraban con réselo ante la entrada,
y cual de los dos, saludaba primero a la dama.
Sus palabras entre cortadas, temblantes,
mirando a la mujer que venía asustada.
Allí se quedaron quietos y mudos
como dos toros en celos, rabiosos,
como buenos caballeros decidieron batirse en duelo
a la mañana siguiente del día primero.
Allí se quedaron tendidos los dos amantes,
cada uno, con una bala en el cuerpo
la mujer lloraba por sus hombres
sin saber a cual, era,
al que mas había querido.