Persigo anidar en su esencia,
y como cual gorrión alimentarme de su amor.
Que el ocaso pálido, frío y a veces grisáceo,
de hebras blancas y surcos dibujados en la piel,
nos sorprenda una mañana,
con nuestras manos muy entrelazadas.
Suspiro por ir en una misma danza,
la que refleje la complicidad de nuestra pasión.
Que el astro rey nos sorprenda con las ropas mojadas,
y que sea la fe de la promesa dada,
la que nos seque los miedos
y acorte tanta dudas
Le canto a la montaña por la que tránsita cada aurora,
la que mira desafiante de cuando en vez cada tarde,
y si la noche lo permite sigue siendo su compañía.
Mi canto le invoca que cuide de él,
que no le trunque el camino,
que sea mas afable y le dé ímpetu a su espíritu.
Quiero su llanto en mi pupila, mi risa en su boca,
que el viento desista de su vano intento
de declinar nuestro carrusel de alegría.
Que la lluvia inclemente sea nuestra aliada,
en ese, nuestro bulevar de besos.
Pido la bendición del altísimo,
para que su vida y la mía se unan en perfecta armonía.
Oro para que la tan bohemia muerte nos halle mirándonos a los ojos,
se apiade de nuestras almas
y no nos condene a vivir el uno sin el otro
Lore Cruz
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