Entre nosotros diré
que no existieron lazos sino mares.
Que el alba convocaba a empuñar remos
y a lanzarse a bogar, con ansia,
con hambre sin miedo, empapada
de brisa y de sal.
Que nuestras naves zarpaban,
locas por navegar.
Que se hundieron en la bruma
y aprendieron a orientarse,
zozobraron en tormentas
y acudieron al rescate
y evitaron el naufragio
jugando con tempestades.
Y que ahora que, curtidos,
reparados los pertrechos
y repletos aparejos y sentidos de remiendos,
vamos remando al ocaso,
nos aguarda la deriva hacia horizonte conocido.
Se bifurcan derroteros
y acrecienta la fisura
nuestro distanciamiento.