En versos quiero dejar, mi presente proceder,
soy de los que de aprender, jamás se habrá de hartar.
Mi verso siempre fue libre
y así será para siempre,
más que mi verso mi pluma,
que de cadenas no entiende.
nunca fui yo erudita
en poesías y letras,
lo que mas me atraía
era la novela negra.
Romance, filosofía,
mucho de ciencia ficción,
la cuántica me declaro,
es mi escondida pasión.
Pero fue un tres de marzo,
frío y lluvioso,
cuando la musa besó,
mi corazón tembloroso.
Mis dedos pintaron letras,
entre lágrimas de tinta,
en un adiós que mi sangre,
decía adiós a su vida..
Y se quedó a mi lado,
para tapar el vacío,
desde entonces ella dicta ,
yo la obedezco y escribo.
Siempre me dejé llevar
en la espuma de sus olas,
entre cuentos de piratas
y rumor de caracolas,
meciéndome sobre cantos
de sirenas junto al mar,
incansable en sus historias
invitándome a soñar.
Mas la clásica abrió
un mundo nuevo ante mi,
removiendo mis instintos
de soberano aprendiz,
y recibí un empujón
de mi musa, sin igual,
cuando enfundada en mi pluma
me animaba a caminar,
es libre, ella decide,
por eso elige el momento,
cuenta lo que ella quiere,
solo a veces lo que siento.
Pues es caballo salvaje,
que desboca su carrera,
galopa y bajo sus cascos
hace temblar la pradera.
Me confío a su criterio,
ella fue mi salvación,
si mi pluma está en mis versos,
cambia el mundo su color.
Dolores Egea ( Lolaila)