Ya te has ido por camino de sombras,
compañero de mis silencios
y mis lágrimas.
Ya sólo me nace tu ausencia
entre cuerdas vibrantes
de guitarra.
No volverá por aquel pasillo
tu jadeo cansado,
tu hambre de amor,
inocente amigo mío.
Nadie te amó sino yo,
mi pequeño fiel y tierno,
que solías gemir de emoción
por las suaves caricias,
¿Sabes Joao?
Te llevaste mis últimas alegrías.
Pero ¡cómo me ha consolado
abrigarte en el invierno que pasó!
Así protegido por mis arrullos,
te adormecías bajo el manto
que te prestó mi cariño.
Endulzaste mis madrugadas
con tus saltitos de engreído,
¡oh inocente dulzura!
Te extraño.
La calle está pacífica,
sin nombre,
donde tus pasos menudos
solían acompañarme.
A veces tu cojera,
a veces la luz parpadeante
de tu collar.
Te durmieron una mañana,
y yo no lo sabía.
Tu enfermedad avanzaba
a pesar de mi ilusión
en tus ojitos nublados.
Y mi alma te busca
por los oscuros rincones
de la casa,
y ya no está tu tierno pelaje blanco.
Mi Joao,
humilde amigo
de mis noches tristes,
de mis años solos,
¿dónde estás?
¿en qué cielo escondido?
¿qué cúmulo de estrellas
te cobijan ahora?
Disculpa la torpeza de mis palabras,
pero se agolpa en el alma
todo este sentimiento,
mientras sostengo entre mis manos
tu cajita de cenizas.
Ingrid Zetterberg
Dedicado a mi perrito \"Joao\"
un humilde can recogido de la calle.
De mi libro \"Por los bosques del silencio\"
Año 2,013
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