Caminé tantas veces este sendero
que siento que ya soy parte
de las piedras grises y ruinosas que lo definen
Las tinieblas de la noche
me pertenecen.
Pienso en la parábola de Buda
mientras mis pasos firmes
dejan huellas en la húmeda Tierra,
que no es mía.
Ha llovido por días en este rincón
recóndito del Sur del Planeta
lágrimas del imponente firmamento.
Que los hombres perduren, ha sido la sentencia
impiadosa y llana de Buda.
En mi memoria fatigada por los muchos caminos.
escritos y tallados en mi alma,
busco los haikus que me son negados,
haikus insólitos con que la Humanidad podría
salvarse.
(las letras tienen un poder extraño).
Aquí en el cono final del Mundo
y de los Otoños del Tiempo,
los hombres han olvidados los mágicos ruegos
y a la abstracta plegaria,
que plena de mentiras y de credos disímiles y hastiados.
no hacen ya más mella a los dioses.
Los Ayeres, el Presente y los Futuros
han sido demolidos y olvidados,
por ser cuerdas de una guitarra que no vibra.
Deja ya caer tus manuscritos y tus libros;
ya lo han leído los Otros y en vano ha sido.
Penetra en libres cánticos y sones,
que harán que por fin te sientas libre
de intelectualismos y falaces recuerdos que ya no sirven,
y podrás soñar tus sueños terrenales...
Y la Humanidad entera podrá ser salvada.