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Una semana de desamor y una carta de despedida.

Lunes: cuando conocí tus acciones, ya no necesité tus palabras.

 

Martes: a pesar de desearlo con todas mis fuerzas, no dejo de amarte.

 

Miércoles: creo morir en cada exhalación, cuando estás cerca.

 

Jueves: Te toco con mis pensamientos porque con mis manos ya no puedo.

 

Viernes: Incontrolablemente, te amo.

 

Sábado: Deseo tu felicidad, pero me duele a horrores que no sea junto a mí.

 

Domingo: En el mar del desamor, eres lastre que me impide flotar.

 

Hola amada mía, he decidido trasladar decisiones a la punta de mis dedos, que a partir de ahora serán apoderados de mi consciencia enamorada. Quiero despedirme de alguien que hace tiempo ya se fue, de ti.

Rotunda realidad que me serena y de forma paralela me enloquece.

Con el único fin de poner final a esta basta y absurda agonía. Escribo para rogarte, para hallar la paz en mi interior.  

Quiero que seas consciente cuanto significan estás líneas para mí, es lo más duro que he tenido que hacer a nivel espiritual. Mi única opción es aprender a olvidarte, mi único maestro el tiempo. Para comenzar mi doctrina, debo pedirte que nuestra comunicación se reduzca a lo menos posible, dentro de la necesidad que nos une \"respecto a nuestro seres, fruto de nuestro extinto amor\" siempre dispondrás de mi apoyo igual que sé que contaré con el tuyo \" lo sé \". No puedo saber cuán longevo o eterno será el proceso. Pero te prometo a ti, amor de mi vida, que la próxima vez que tomemos relación cualquiera que sea, seré una persona nueva que quizás ya no conozcas, amándote de otra manera. 

Y termino estas letras deseándote lo mejor, no des oportunidad a la infelicidad. Te mereces vivir plenamente. Te quiero en cualquier concepto temporal e incluso fuera de esta realidad. 

 

Atentamente aquel, que penosamente todavía te ama.