Ingrid Zetterberg B.

¡AL FIN SE ESCUCHAN MELODÍAS!

 

Con una rosa escarlata

cambiaste mi gemir en danza.

 

Rosa de tus manos

hija amada...

 

Llegaste sigilosa

irrumpiendo en mis cavilaciones

poéticas...

y con el perfume

de tus jóvenes años

ungiste mi tristeza;

esparciendo brillo de escarcha

en mi sonrisa apagada.

 

Hoy regresas a mi regazo,

al hogar en calma

con mi nieta de la mano.

 

Hoy las aguas azules

de tus ojos

refrescan mi alma

y llueve un trinar de aves

sobre el tejado de mi estancia.

 

Has iluminado

con tu presencia sutil

todos los rincones de nuestra casa.

 

Hay movimiento, hay vida

después de tanta quietud...

 

¡Al fin se escuchan melodías!

llanto dulce de niña...

y tu voz en susurros

derramando amor...

mientras tu risa sonora

viaja en ecos

por nuestro tierno comedor.

 

Regresaste 

por caminos secretos

que sólo conoce Dios;

coloreando mi soledad

con los suaves matices de tu voz!

 

Ingrid Zetterberg

 

Dedicado a mi amada hija Stephanie

 

De mi libro \"Por los bosques del silencio\"

Año 2,016

 

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