Un suspiro que se escapa de su cuenco, un agudo sonido sordo a los demás, se desliza por las paredes, por las sábanas desordenadas de una existencia confusa.
Un grito salado, caliente, sale a borbotones de su fuente...No puedo cerrarla, ni evitar que retumbe en mi interior.
Intento sacar la mancha que ahora se asienta en mi alfombra... esa que era tan bella...
Un segundo se hace audible tras la danza frenética de las manecillas, haciendo al tiempo tan palpable como los sueños, o tan impredecible como la vida misma.
Inevitable es ahora lo que se aproxima, aquello invisible, inmutable... El cambio de lo que fue convirtiéndose en resplandor y vida.