Afrodita
de temores se engalana...
en la fuente del adiós
y del recuerdo,
entre labios declinados
de amargura...
en la tarde deshojada
por su rezo,
diosa vespertina...
del consuelo declarado,
desnudada mansamente
en la alberca del deseo...
brevemente desplazada
en el éter sin memoria,
por la arena
desgarrada...
en la esencia de su abrazo.