Me tienes en tus redes prisionero
y pones con orgullo las cadenas,
que inundan a mi vida con las penas
que llenan de dolor al corazón;
en medio de mis negras oscuranas
te miro tan altiva y caprichosa,
que vuela mi esperanza cual la rosa
que azota el inclemente ventarrón!
Espero que jamás tu te enamores
y sientas del amado su desprecio,
será tu sufrimiento rudo y necio
que sientes en al alma un aguijón
que puede conducirte a la locura,
cubrir tus horizontes de tristeza,
sentir que se evapora la belleza
y pierdes de la vida la ilusión!
Mas no me moriré por la agonía
de ver que sin piedad tu me rechazas,
podría con vigor poner corazas
que impidan que se pierda mi razón,
entonces ni tus ruegos ni tus llantos
harán que me arrrepienta de olvidarte,
y nunca lograrás que vuelva amarte
con tanto desespero y devoción!
Por eso te aconsejo no te niegues
a darme la pasión que llevas dentro,
tendremos del deseo gran encuentro
repleto de magnífico esplendor;
haremos nuestro cielo platinado
cubierto con las luces de colores,
que logran despertar con sus fulgores
los fuegos encendidos del amor!
Autor: Aníbal Rodríguez.