Así es como me siento yo, como la mariposa de entre todas las mariposas. La más hermosa, la más colorista en sus alas, la del vuelo majestuoso e inigualable elegancia, batiendo colores al viento. Liberada del huevo de seda donde nací, fea oruga, repugnante, grisácea, convertida tan sólo por un día en una preciosa reina alada.
En mi vuelo no existe una ruta marcada, nadie que cronometre mi tiempo de llegada a ninguna parte, porque vuelo por volar, como vivir por vivir también se puede. El aire me abriga y piropea y a mi paso, las nubes se abren y apenas atisban mi llegada, se les oye decir: “Ya viene, ya llega! .
Y es que el polvo de mis alas, no es un polvo cualquiera. Nubes, cielo, luna, estrellas…¡Todas lo saben! Y acuden veloces a mi encuentro primaveral. Desde lo más alto, mi lugar en el firmamento, desde allí, arrojo a cada quien el color que de mis alas necesitan. El verde esperanza, el rojo pasión, el blanco para las impurezas del alma, el amarillo amistad, el rosa para los romanticones y si me alcanza, todo lo gris lo vuelvo azul, mi color favorito.
Y cuando desde más alto aún si cabe, les escucho reír, cantar, saltar de alegría o llorar de emoción ¡Qué más da! Mi vuelo es entonces más vigoroso, pura fantasía, paleta de colores del mejor pintor del mundo. Me deshago en piruetas, inventando travesuras paras las orugas novatas de mañana, deseando ver al gorrión que me tiene desatada.
Y de repente... Me siento cansada, exhausta, como si de las alas alguien me tuviese cogida. Y no ¡No es eso! es que se acaba el día de mi vida. Pero justo cuando caigo al torrente de un río de agua cristalina, aparece el gorrión que os decía y me alza entre su pico con mucho cuidado. “De ésta no te mueres” , me dijo y así viene haciendo cada día. “Mariposa Universal”, me hizo.
Pilar González Navarro.
Mayo 2018