Te lo dejé en la mesa,
al lado de la sal.
Pero no te interesa.
Lo bañe en oro,
en plata y cristal.
Es un tesoro.
Guardado en un baúl,
bajo el colchón.
Ortopédico y de sábanas
color azul.
Sobre el mantel,
y la luneta roja.
Sobre la piel.
Lo ofrecí a tu aroma,
a tu inocencia,
a tu persona.
Allá donde no hay nadie
pero están todos.
Di mi corazón al aire.