Mujer,
yo te conozco
de mis eras...
de cuando recogías
las uvas
que sembraban
las estrellas.
Vides profundas
de racimos rellenas.
Yo te conozco
de los maizales,
de la parcela aquella
donde sacabas
a hurtadillas
las mazorcas tiernas,
y se llenaban
tus brazos
con el fruto de la tierra.
Yo te conozco
de la hondura
de tus versos,
cuando dejabas
a vuela pluma
tus sinsabores
en una ajada servilleta.
Mujer laboriosa
que escondías
en tu alma de poeta
aquel talento innato
cual una fina perla.
Pero emigraste
por nuevos rumbos
y echaste raíces
en ajenas estepas.
Mujer de lucha
y avatares,
que doblaste tu espalda
para lavar ropa
de gente extraña.
Hoy eres madre
y aún de noche batallas
por la harina y el pan
que con reprimidas lágrimas
llevas a tu morada.
En tus ojos
van quedando huellas
de horizontes lejanos
cargados de desvelos...
Tienes un hijo amado
por el cual
se hacen pródigas tus manos;
y te vas abriendo camino
a punta de hacha y espada.
Has luchado
y has vencido
con tus poemas bajo el brazo...
y hoy que ya se fueron los años,
mi voz te aclama
y te nombra:
¡Mujer poeta,
valiente y esforzada!
Ingrid Zetterberg
Dedicado a mi amada hija Claudia
De mi libro \"Por los bosques del silencio\"
Año 2,013
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