La belleza se deshace de inclemencia
en la fuente de impaciencia deslucida,
desnudada en la espina sin herida...
se desboca en la noche de su llanto,
y es de nácar la pradera victoriosa
deshojada en la brisa sin retorno...
deslazada en la copa sin medida,
se desgarra brevemente...
en la esencia
declarada de su encanto.