El mito de lo inasible es el agua:
se va entre las manos o quema su vapor o hielo.
El colibrí es su misterio:
pequeño, impecablemente veloz, inalcanzable.
En los colores, todos, su magia:
de un color a otro y de ese otro a otro y así infinitamente,
construyendo la biblioteca de Borges, el universo todo.
Al final, extenuado, sin manos, descubierto y pálido,
queda solo un caleidoscopio destartalado en mi infancia,
y el siempre deseo de comenzar de nuevo
el aprendizaje del agua, los colibríes y los colores.
A ver si de una vez aprendo a no dejarte ir.