La precede una risa tenue que se desliza por los pasillos,
que acaricia sueños,
que embarranca en dinteles de puertas entreabiertas a la esperanza
y atenúa inquietudes…
Aparece
y toda ella son manos que apaciguan y ensalman el cuerpo,
ojos, miradas, palabras que curan el dolor del alma.
A su espalda,
tras otra risa - esta límpida, clara, cantarina -
deja, como regalo, un intenso olor a dulzura y sosiego.
- Marina, enfermera de mis días de laxitud y tedio de Son Llàtzer,
te extraño. Te extraño desde mucho antes de conocerte.-