Déjame, vuelo solo.
La brisa, el viento, el huracán
son mis alas imaginarias.
Ondeo elevándome más allá
de las blancas y pardas nubes;
voy a las altas montañas
a los elevados riscos.
Oteo el mundo desde el sempiterno
Cielo rosa azulado de tus ojos.
Mi vuelo majestuoso encinta
los parajes recónditos del Sahara
y truenan las voces de las montañas
enristres de los cabos sueltos
de la tierra de fuego.
Déjame, vuelo solo.
Sigo el rastro de las aves
migratorias que van
en busca del verano.
Al igual que yo, ellas
huyen de los climas boreales
y australes que taladran
el hueso y la clavícula.
Mi vuelo es nómada
no conoce de brújulas
llegó al norte liviano
y vuelvo al sur temprano.
Siempre las corrientes de aire
me deslizan en sus enhiestos
corredores de fuerza cíclica
dejándome llevar por
la fuerza gravitaría
tanto de noche como de día.
Déjame, vuelo solo.
No detengas mi llegada
el frio de los vientos
han entumecido mis alas.
Ahora soy como el chorlito
playero estaré de paso
por tu extensa playa suramericana
seré tu huésped de buena gana
dejando la tundra y el ocaso
de las frías montañas
para retozarme en las cálidas
aguas del Pacífico tropical.