Ardiente el deseo,
que vive escondido.
Interno y etéreo.
Lacerante sueño.
Negra pesadilla,
flotando sin verbo.
En el gris vacío.
Que llenar no quiero.
Se van escapando,
los sucios deshechos.
Restos de naufragios,
de nocivos sueños.
Cruda la vigilia,
que soporta el bueno.
Castigado y preso.
En su pecho afloran,
buenos sentimientos.
Molestan sus hechos.
Y el nítido espejo.
Refleja sin duda,
los dañinos gestos.
Es pobre el que medra.
Aunque alcance el éxito.
Cuando trepa al árbol,
rompiendo su cuerpo.
Cuando niega al otro,
humanos derechos.
Es rico el que ama,
a corazón abierto.
Dando sin ambages.
lo mejor de dentro.
Va rompiendo el alba.
Duermen los secretos.
Laboriosos corren,
todos los insectos.
Y la voz pautada,
que llama al despierto.
Llena los rincones,
que guardan silencio.
No enmudece el aire.
Ni se calla el viento.
Los ojos se abren,
retando a los cielos.
En la encrucijada.
Donde queda el verso.
Nacen los caminos,
para ser cubiertos.
A. L.
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