El silencio victorioso,
la invasión escondida de la nada,
de las lluvias evaporadas
donde estábamos mujer,
como dos estatuas abandonadas...
allí mueren diariamente las treguas.
Hoy las horas son serpientes,
el veneno de las 6, de las 9, de las 12.
Las noches son mares hirviendo
alejados de la tierra
¡Pero qué importa!
Tu eco debilita la luna,
la exclusividad de su compañía obligada,
aunque te calle o te grite estás,
tardía y temprana
¡Milimétrica y fragante!
Todas las raíces de todos los árboles te buscan
como un agua carnívora,
que devora todas las carnes, los huesos, los metales
menos este maldito silencio.
LRL
25-5-2018