Ondea en horizonte la bandera que izó mi amor desesperado; tratando de que en la distancia mi corazón apasionado veas en ella.
Cupido, quién sostiene el estandarte, se encuentra preparado con su arco; esperando que asomes la mirada para tocarte su flecha de encanto.
Ansiosa tengo el alma y ansioso el pensamiento; porque la mirada al horizonte no diriges para que aviste, allí, la insignia que aguarda por ti.
PABEDIZ