(I)
Aquellas extrañas gaviotas...
con la tarde se extasiaban,
destiladas de belleza...
deshojaban su desaire,
malheridas de congoja...
y de impertérrita aprensión,
deslazaban sus espinas...
desnudadas de ambición.
(II)
Los ángeles custodios
se desatan...
entre delirantes
almanaques deslazados,
erguidos
de impura compostura,
heridos de hierro
se desangran,
yo sé de una alondra
desnuda en sus cristales...
entre lánguidos
y pálidos latidos,
en yermos
hipocaustos se estremece...
entre noches
de aurora malgastada,
vencidas...
de impura lozanía,
en la esencia
desgarrada
de su alma.