Amaré tus letras siempre,
hasta que tu poesía mía
ya no vague por mi mente,
y con lento paso cansino,
comience mi andar silente.
Como vieja reina ya sin reino
en un lugar desconocido,
se me hará sentar un trono
para reinar sobre el olvido.
Perdida en inmensos prados
de pensamientos confundidos.
Acompañada de mis años,
viviendo en lo vivido.
En lo profundo de la noche
en afligidos despertares,
recordaré tus bellos poemas
en el olvido adormecidos.
Bajo la luna plateada
apoyada en la ventana,
seguiré diciendo te amo
con mirada ya cansada.
Y cuando el momento llegue
de dejar atrás mi vida,
exhalaré con contento
por tanta alegría tenida.
Estaré siempre en la brisa
acariciándote con cariño,
y en el rosal de mi patio,
de mi amor mudo testigo.