Quiero amarte,
en el vertiginoso
y cansado día
de mi ocupada
obligación.
Quiero amarte,
en el desvelo
de mis largas
y eternas
madrugadas.
Quiero amarte,
en mis abruptas
emociones,
las cuales nacen
del revés
de mis experiencias
diarias.
Quiero amarte,
en el sencillo
diario,
en lo cotidiano
de una jornada
inocente.
Quiero amarte,
en una mirada
extraviada
por la nostalgia
de un proyecto
perdido.
Quiero amarte,
en un suspiro
lanzado
por el desanimo,
en una jornada
abatido.
Quiero amarte,
en la alegría
fresca
de una broma
sin sentido.
Quiero amarte,
en el atardecer
olvidado
de un día
sin desmayo.
Quiero amarte
en el amanecer
retardado,
originado en un ayer
extenuado.
Quiero amarte,
en lo sencillo y trivial,
así sabrás,
que te amare
aunque nuestro andar
sea agotado.
Quiero amarte,
en lo superfluo,
donde lo vacío
tiene valor,
donde lo trivial
cobra validez.
Así quiero amarte…
donde el amar
en la simplicidad
se valora más.