Te extiendes sobre los tejidos de la tarde
como café que se derrama en una batista de algodón.
Noche, tus peones negros se cercan sobre un rey
muerto con cedrones clavados en la sien.
Tiznada e infinita con tu luna en el ojal
aún quedan reproches cuando llegues a mi umbral.
Noche, ella se oculta en tus pozos de nocturnidad
con blancos ojos tanteó las paredes de mi soledad.
Noche, ya te acerco mis pies a tus orillas
acá pago otra culpa con el polen de tus estrellas amarillas.
Centeno y hielo riegan los ayunos de sufrir
me trago los dolores y hundo mis manos al heñir.
Noche, son verdad las ojeras que maquillan sus ojos?
balsamo del alba que estría las persianas y barre los despojos!