«Démen una probadita
de sus istmos mamacitas.
Una lección lenta de sus actitudes.
O sea, un asalto al borde
de la tranquilidad de un festín».
«Y no suelte mis pelotas Andrea
que ahí viene Minerva
erguida de felicidad
pidiendo que mis manos y falo
la eleven más allá».
Sus manos justicieras me elevan,
ay, sus labios llevan mi sabor
—alto delirio—.
«Lectora o lector, espero entienda
mi situación actual.
O sea, esta mi inquietud tropical».
«Quiérase, déjeme ver Andrea
cómo se alivia su mal
mientras cojo y cojo
a Minerva por atrás».