Una noche, conociendo la soledad de la rosa, la luna le pidió:
- ¿no estás cansada de esperar?
- posiblemente. Pero debo continuar a luchar.
-¿Por qué?
- porque si no me abro, me marchito.
En los momentos cuando la soledad parece atropellar toda la belleza,
no tenemos otro medio de resistir que de quedar abiertos.
agus