Con su uniforme,
era airosa y menuda,
sin ropa, enorme.
Mil desafueros
rondaban por mi mente,
con ella en cueros.
Genial la dama,
pecadora venial,
grave en la cama.
Al paraíso,
volar juntos pudimos
cuando ella quiso,
haciendo historia:
a más grande el pecado,
mayor la gloria.
Pena que luego,
dejándome tirado,
levantó el vuelo.
Aunque estoy cuerdo,
puedo volverme loco,
cuando me acuerdo.
© Xabier Abando, 28/05/2018