Cada mañana te observo,
y no salgo de mi asombro,
al ver tu pelo mojado,
acariciando tus hombros.
Por la curva de tu espalda,
se desliza mi mirada,
va en aumento una pasión,
por mí mal disimulada.
Sigo el suave descenso,
no me atrevo a respirar,
estoy cerca del destino,
lo comienzo a vislumbrar.
Y abro mucho los ojos,
inmóvil no gesticulo,
pues se acrecienta mi gozo,
con la visión de tu culo.