Cuando el Sol cada mañana
riega sus delicados tonos
sobre las dunas y montes de Hedjaz,
tierra de exóticos paisajes
entre el Éufrates y el Nilo,
solitario imagino desde América
las modernas cintas de asfalto,
que partiendo de Medina
por las rutas de antiguas caravanas,
conducen a Damasco.
En el candente desierto
vislumbro aldeas, oasis y arroyadas
impregnando con su atmósfera
monolíticos restos preislámicos;
imponentes sepulcros nabateos
de duros triglifos y pilastras
que invitan al asombro
hasta perderse en las rocas.
Indómito pueblo de Ismael:
Qué bueno es hacer parte de tu historia
con los demás descendientes de Abraham.