En america, cerca de un río saliente del norte de guatemala provenían dos jóvenes enamorados de la muerte.
Uno de ellos atosigó el viaje camino al romeral, ambos llevaban días buscando a las oscuras golondrinas que se posan en tú ventana, pero no podían encontrarlas.
Veían por un telescopio el besar de los astros, mientras que en un papel sentían tocar el baúl de polvo estelar en el gran espació.
Los jóvenes seguían caminando, en busca de la gobernación y el alto a la revolución por parte del amor, buscaban a las andorinas para hacerlas reflexionar sobre su odiar en contar de la soledad.
Ambos miembros de este club gótico, tiemblan al odiar el amor, son incapaces de verse los colmillos hambrientos de coito.
Están cerca de las hirundias, no pueden obstinarse a la idea de intoxicar con una pócima la blastula de sus huevos.
Cuando logran llegar al nido de tus oscuras golondrinas, las miran a sus ocelos de manera grave y las torturan hasta que sus alas no pueden más, las dejan caer al suelo y estas comienzan a gatear, a arrastrarse como babosas, mientras los jóvenes forman una pírrica abriendo una puerta a una república soberana y ¡Ojo! Dirigida por la ilustración del amor que jamás mantuvo a tu soledad.
Habían llegado y tus golondrinas habían marchado, no quedará otra que hacerte amante del recuerdo de su existencia, pues estas que aprendieron nuestros nombres, no volverán...