Cabellos negros, crespos anudados
entre la verde fronda, blancas flores,
de angelicales ojos sus fulgores
parecen dos luceros atrapados.
Sus ojos zalameros, aleonados,
y el cantar de jocundos ruiseñores,
inquieta, se encontraba entre mil flores
entregada al amor, de hermosos hados.
En el jardín la conocí sonriente,
fue un amor de imposible encarnadura,
adamantino sueño iridiscente.
Anna virginidad, ilesa y pura,
me motivan buscar su faz ausente
y la hallo comentando con dulzura.
Claudio Batisti