Joseponce1978

King Kong en París

Un parisino sale a hacer la compra dejando a su hijo de 4 años solo en casa. En el trayecto que va de la tienda al hogar le asalta una genial idea. Al echar un vistazo a su teléfono móvil, se percata de que tiene delante de sus narices la oportunidad de su vida, y es que le va pisando los talones a Picachu. Esta vez no se le puede escapar (piensa) y se lanza en una frenética persecución por las rúas de la legendaria ciudad.

 Mientras tanto, el niño se ha despertado y busca a su padre por todas las habitaciones hasta que se da de bruces con su solitaria realidad. Comienza a llorar y al ver que nadie acude a consolarlo, decide ir en busca del buscador de Pokemons. La puerta está cerrada con llave pero esto no es obstáculo para él, pues sabe que colgándose del balcón, Supermán, o en su defecto Spiderman, acudirán en su ayuda. Pasa los pies por encima de la varandilla quedando colgado a 15 metros de altura y no tarda en darse cuenta de que los superhéroes están de vacaciones. Desesperadamente, tratando de aferrarse a la vida de la misma manera que se aferra al balcón, comienza a dar gritos de socorro mientras sus bracitos empiezan a desfallecer. La torre Eiffel se estremece y el campanario de Notre Dame ha enmudecido. Las gentes que pasan por la calle quedan paralizadas y se tapan los ojos y los oídos para no ver ni escuchar el fatal desenlace. No les martiriza tanto los desgarradores chillidos de auxilio como el posible sonido del impacto de la ternura contra el suelo.

De repente, y ante el desconcierto de los allí presentes, surge de la nada una figura azabachada que comienza a reptar por la fachada del edificio. Entre los testigos presenciales hay quien piensa que se trata de la muerte que trepa por anticiparse y evitar el sufrimiento del pequeño. Nada más lejos de la realidad, el ente oscuro, el espectro negro, no es otra cosa que un indocumentado maliense que al ver la escena, no se lo ha pensado dos veces y asciende de cornisa en cornisa sin ocurrírsele mirar hacia abajo, como tampoco miró hacia atrás el día que se embarcó en una patera en busca de una vida digna. Cuando llega a la altura de su objetivo, a pesar de que el niño ya estaba siendo ayudado por su padre, en una sabia decisión, por miedo a que a éste se le escape de las manos, como tantas veces se le ha escapado Picachu, lo agarra con furia y se lo pega al cuerpo mientras lanza su alarido tribal al cielo de la ciudad del amor.