Río Que flota

Sin título #3

Que la noche no me tome

por lo que mi cuerpo describe:

Que no tome el cuerpo de nadie

con el hilo desprevenido de su sustancia.

 

Que del pecho de los dolidos y poetas

no nace Eros,

pero de la noche nacen las tragedias

y los conflictos divinos

 

Que la noche alinee un beso con el mito

de tu alma peregrina y mi alma desahuciada;

           que su mirada sea suficiente para

comprometer mi lascivia y

encerrarla entre sus muslos,

como el firmamento a la refulgencia

o como el espacio vacío a la nada.

 


El clamor de los aislados ha llegado a ser oído en todas las tabernas

de la experiencia execrable.

De sus almas se desprende la goma que los ata al orgasmo.

Y con sus venas llenas de lágrimas,

látigos

o consoladores esquivos,

son testigos de sus comedias épicas

o sus tragedias ignoradas.

 

[-¿Pero y qué transcurre en el cuerpo de los que comprenden

las dagas colocadas en sus ensueños con desdén por el tiempo?

-Se esclarece su camino, pero su caminar es cada vez más metálico.]



La esperanza de tus pasos se cuela en los caminos que eludo

para evitar el peso y la daga;

detrás de ellos he replicado un alivio

desprendido del eco de tu grave sosiego

o del seno proclamador de tu anhelo salvador

y tu ruego.

 

Y aún recuerdo que el alba se creó a poca distancia de mi cuello,

con el efluvio de tu nombre y de tu credo,

penetrando en la esencia de las mantas

con el verbo compenetrado de tu tacto

y desenfreno.

 

Mi experiencia se crea y se agota al despertar

mi sueño en tu pecho

Y mi sensible miedo se aplaca

sobre tu alma embalsamada

en mi lecho;

deseando que  la distancia definitiva

de nuestro abrazo

no se precipite de las alturas de un clamor oculto

o de la sentencia de un ocaso.