Esta noche, que se muere, sin razón alguna, me recordó a tu amor.
No sé cómo pude dejarte ir.
Mi orgullo, inmadurez y egoísmo fueron los responsables de desaparecer esa sonrisa que una vez fue mía.
Tu risa junto a una pena,
Tu olor pegado en mi cuello,
Tu sabor en mi labio inferior,
Tus ojos que sólo me veían a mí.
Ya te perdiste, no volverás tú, ni la mujer que un día fuiste. Cambiaste y no creí que te fueras convertido en algo mejor de lo que ya eras.
Supe tus secretos, supe quien querías ser, y por si algún día se te olvida, me verás volver junto a ellos.
Esta noche boté una lágrima al recordar lo feliz que éramos juntos, ahora somos un par de desconocidos jugando a que no se aman.
Tal vez es cierto y nunca me amaste pero cuánto me juraste.
Me alegra saber que ya eres feliz con alguien más, en serio es lo único que puedo exigir, porque aunque sé que no te amará tanto como yo, te protegerá como un caballero, ese mismo que yo extravíe cuando me empezó a seducir la costumbre.
Hoy has vuelto a pasar por mi corazón para recordar que debo valorar a quienes están presentes, porque un día se va su cuerpo pero nos queda la esencia de su alma.
Prometo tomarlo con calma y no llorar cuando suene esa canción que en una fría mañana nos flechó a los dos, para ser la pareja más perfecta que el mundo conoció.
Te extraño esta noche, mi rosa que se marchitó en el olvido.
Mañana te dejaré de extrañar y seguiré mi camino en busca de otra rosa mejor que tú.