Davileine Borrego Escritora@Reservado/05/2018
Cada año viajaba hacía el Pueblo de los arrepentidos, en realidad ese no era el nombre del pueblo, pero ya se hizo costumbre en los que cada año en la primavera verano lo visitaban, decían que sus aguas tenían el poder de purificar el alma, y los pecadores viajaban en estas fechas porque era la fecha en que las aguas eran mas claras y se llenaba de personas que creían en esos mitos.
Mi interes no era limpiar mis pecados, que dicho sea de paso creo que son muchos, yo viajaba a ver a la dama que cada año comenzaba estos rituales, yo la observaba y cada vez veía en sus ojos sus culpas no encontraba en ella algo que me dijese que su alma había sido perdonada.
Pero el mito de aquel pueblo crecía y yo no me di por bencido seguí año tras años, hasta que dejé de ir a aquel pueblo, ya habían pasado mucho tiempo y decidí cerrar aquel capítulo sobre el pueblo de los arrepentido, y al llegar esa primavera regresé a aquellas aguas, allí estaba aquella mujer, como cada año se bañaba en aquellas aguas, yo siempre buscaba sus ojos y siempre los escondía, pero ese día pude ver sus ojos y llegar a su alma, cuanto dolor vi cuanta amargura guardaba entonces sentí arrepentimiento.
Comprendí que toda una vida sus pecados en aquéllas aguas lavaba, no dejó de mirarme esta vez, pude ver que sus culpas ya habían sido perdonadas.
Salió del agua y nunca mas volví a verla, pero yo regrese cada año y en esas aguas me bañaba y hasta el día de hoy espero cada primavera para regresar al pueblo de los arrepentidos. hasta que un día como aquella mujer mis culpas también sean perdonadas.