Niña que vienes desde lejos
con tu vientre abultado...
¡Ay, cuánta tristeza arrastras!
Una muñeca envuelves aún
en tu precario manto.
Tu madre te descuidó,
dejándote a solas con tu padrastro,
quien arrancó la ingenuidad
a tus escasos doce años.
Niña que vienes desde los cerros,
y por los caseríos vas bajando
con tu silencio y honda pena.
Se escucha deslizarse en el viento
la melodía de una quena.
Es un indio triste
que sentado en un rincón de la aldea,
va llenando de música nostálgica
la mañana serena.
Y tú, pequeña...
no sabes como pasó,
casi no recuerdas
la noche aquella
en que ese infame te ultrajó.
Tú dormías abrazada a tu muñeca,
y de pronto entre las sombras
alguien con fuerte aliento a licor,
a tu lado se acostó.
Una tosca mano
tu tímida boca amordazó...
luego tus ropas deslizadas
y un penetrante e inolvidable dolor...
Eso fue todo.
Se escabulló en las tinieblas
una silueta dantesca
y el criminal huyó.
Han pasado seis meses...
Niña que vienes desde lejos
arrastrando tu tristeza
por caseríos y callejas.
Muy pronto serás madre.
¡Ay niña!
para tu corta edad,
qué cruz tan dolorosa y tan grande.!
Ingrid Zetterberg
De mi poemario: \"Inspiraciones de mi nostalgia\"
Derechos reservados
Safe Creative Cta. Nro. 1006080193112