Yerra el horizonte
el pensamiento nublado,
mientras una leve llovizna
en la niebla deja un canto
marchito,
desvaneciendo el aire de la vida
en una opaca mirada,
y en una fingida sonrisa.
la tumba como hiedra
extiende sus brazos,
desesperada ella
por dar calor eterno a la aurora
apagada,
desviando el dolor infinito
entre un beso sin labios,
y un verso sin letras.