(I)
A LA CIUDAD DE LISBOA...
Lisboa...
es la más bella
ciudad de las Españas,
y aún de nardo
en las costa
de marfiles...
se deshojan los deseos,
entre Camoes y Rosalía
la belleza se engalana...
en el Tajo desbocado
desnudado en cien espejos,
si el fado es aventura
y gitana deslucida...
los claveles son gacelas
en la sangre de mis huesos.
(II)
MUERTE EN VENECIA
Es la juventud...
como un dulce pájaro
enmohecido,
y desnudado de pesares,
como una página
en un bloc en blanco...
en el decamerón descreído
de la ciencia.
Me descubro alevemente
entre las ramas
deslucidas...
de un almendro,
equilibrado de abandono.
La aurora
besa sus frutos...
acaso
sus delicados rayos,
como copos
deslazados
a destiempo...
conmovedoramente puros,
en la tumba descreída
de su beso.
A veces...
se desvanecen
huecos,
sin materia...
sin espíritu,
en la herida zozobrada
de su ausencia.
Mientras una alondra
sin aroma...
se deshilvana,
herida y fría...
en el cáliz sincopado
de su labio.
OH VENECIA...
SINGULAR VENECIA,
DELIRANTE ALCAZABA...
EN LA TUMBA DESCREÍDA
DE SU SUEÑO,
DESGARRADA
EN SU MARMÓREA
ACTITUD...
POR LA GRACIA
EVANESCENTE
DEL VACÍO.