Languidecen tristemente
las rosas que un día contigo planté,
Moribundos son los momentos
que archivamos en recuerdos
en lo más hondo del trastero,
No queriendo ni ver, ni sentir…
Puertas que se cierran de verdades ya finalizadas,
De ruidosos errores que sobrevuelan
como buitres esperando la muerte de su presa,
Para arrancar a jirones pieles y carnes,
despellejando hasta el último sentimiento.
No existe el perdón en la tierra de los olvidados,
Solo el espacio de purgar los pecados
esperando un tiempo sin rabia ni odio,
Donde no ser nadie.