Tan cerca,... y tan lejos,
tu amistad temprana
echó en mí raíces,
y de golpe, las arrancas.
Otra vez la soledad
penetra por mi ventana,
llámase ocaso, acaso,
atardecer del alma.
Do quiera que voy
nadie me acompaña, porque,
do quiera que miro
no veo tu mirada.
La soledad se cierne
a las paredes de mi casa,
la soledad violeta
de zumo de uvas agrias.
La soledad de la despensa,
la soledad de mi cama,
la soledad del silencio
que todo lo calla.
La mía, no tiene cura,
mi soledad pagana,
...quizá venga la muerte
algún día a hacer compaña.