Iba a darle una sorpresa a mi amado,
llegando a su oficina sin aviso;
buscando donde estacionar.
Los vi, no podía creer; estaban allí
frente a mis ojos,
que se negaban a ver.
En apasionados abrazos, y besos sin fin
con ésa mujer.
Sentí mi cuerpo tembloroso casi al desmayo,
en mil pedazos se deshizo mi corazón.
El cielo se derrumbó,
el veló se requebró.
Era él, mi amado!
aquel de mil promesas de amor.
Una neblina densa, todo mi ser oscureció,
mi alma gritaba en silencio
tan profundo dolor; mientras agonizaba
lentamente mi corazón.
Ya nunca nada fue igual
la traición, el engaño
mató, mató aquel gran
Amor.
luz teresa maldonado folkerts