Los días...
se anudan de cometa,
malheridos
de boca se equivocan,
mi labio...
es la esencia del olvido,
desbocado en la estrella
de su espada,
no soy la agreste
flor del cardo...
ni la caléndula
dormida de entretiempo,
tan sólo partida
desnuda de amarillo...
en el desierto
desgarrado de su aroma,
soy amante
de Dios y de la lluvia...
y de la roca
desligada
de un te quiero,
de la magia...
revocada en sus amores,
por la ausencia
encontradiza
de su beso.