¡SEMILLA CELESTE!
Hexadecasílabos.
A veces entre dos fuegos, nos toca arder abrazados;
avivado por rescoldos, el uno conserva vida,
el otro en llamas crepita, con hilos bien entorchados:
¡Y atrapados en su furia, jugamos doble partida!
En medio de los reveses, pensamos ser casi eternos,
y así la parca esté cerca, burlarla todos queremos;
si se encuentra de visita, solemos tornarnos tiernos:
¡Pues para los demás, es, ingenuos siempre creemos!
Es natural que se muera, de cuando en vez un vecino,
entonces nos reafirmamos, en lo perennes que somos...
ignorando que aquí estamos, siguiendo ignoto destino:
¡Y fuimos hechos a imagen, de cientos miles de tomos!
A nuestra piel la mortaja, traemos bien adherida,
y con los años adquiere, precisa y justa textura;
los huesos de oque la incuban, devora a plazos la vida:
¡También extiende decreto, silenciosa y con premura!
Quiero vivir cada día, con vosotros, de a poquito,
y también, muy de a poquito, morir con vosotros mismos;
porque en vuestros corazones, mil veces yo resucito:
¡Para que juntos salvemos, tantas tristezas y abismos!
Jamás podría haceros daños, el Dios en quien tanto creo...
lo afirmo sin fanatismo, no tengo instinto sectario;
porque en mí mismo se funden... la cordura y el recreo:
¡Podéis mirarlo seguros, en todo mi poemario!
Anduve un tiempo en el éter, buscando forma perfecta,
y cientos miles de estrellas, con caricias me adobaron;
después me dieron por casa, la esfera más predilecta;
¡Con sabio acierto en el vientre, de una mujer me sembraron!
JAIME IGNACIO JARAMILLO CORRALES
Condorandino