A veces estrellaba, pequeño, contra una palabra en medio de este viaje misterioso, sin esa palabra, padeció de soledad, le atravesó, a veces ella también lo estrelló, atormentado nació con un corazón para ser alimentado por aquella palabra, la persiguió en sueños, como un niño de brazos buscaba el pecho, el néctar tibio de una madre que se ha ido, intento reinventarla, hacerla luminosa, tan oscura y enloquecida, pronunciada sobre abecedarios crucificados bajo un acto de salvación donde se desangra, ombligo centro del mundo en medio de otras palabras, debió haber nacido hace siglos, pero solo habito por un instante en su boca, debió perderse en el fondo de su memoria, ¿duerme?, dormirá para siempre, no habitará más, ni su corazón, ni su boca.
Una palabra de posada,
de alas abiertas sobre la ventana,
sobre la ventana cerrada escarba flores,
ramo de reflejos,
lluvia de luz creando sombras,
donde un hombre dentro del corazón yacía,
un hombre diminuto y desnudo
fue surgiendo, entonces era ya otro,
ese hombre diminuto y desnudo comenzó habitarle,
se apostó adentro.
Empezó a gestarse
como las creaturas,
pudiera haber quedado en alguna parte
invisible,
perdido,
nativo dentro de ese cuerpo.
Una mariposa de posada,
abierta de alas sobre la ventana,
sobre la ventana cerrada escarbaba flores,
eran un ramo de reflejos,
lluvia de luz creando aquellas sombras,
mientras un hombre yaciendo dentro,
permanecía desnudo y diminuto.
Un hombre furioso con puños de piedra
destrozó los tragaluces,
un hombre de fauces abyectas
devoro las alas.
Una mariposa muerta
revuela en el viento
sofocada en un río de hojas insurrectas,
desprendidas de algún árbol.
Un niño, invisible, perdido, recorre un jardín lleno de flores,
un niño, es un manojo de alas de mariposas,
un niño es un hombre diminuto y desnudo
un niño es un hombre furioso con puños de piedra
jugando hacer volar mariposas.
El hombre, es un niño desnudo y diminuto
derramado desde sus ojos,
invadido, corriéndose, por todo su cuerpo,
era una manada de pensamientos
una palabra,
una luz casi oscura
respiración de Dios,
una palabra sola,
amor, también me estrellé con esa palabra.
Bajo su mano suave las mariposas
hablan
hace tiempo dejamos el vuelo
arribándonos a la noche
capital de la luna
rotonda de ilustres sueños
amanecidos entre alfileres,
en algunos tallos las vimos partir hacia otras flores,
algunas no volvieron,
otras no volverán,
quedaron entre crisálidas abandonadas,
las larvas entre deshojas.
Solo quedan algunas bajo esa mano suave
los niños que las persiguieron no retornarán
ni el alegre bullicio
ni las alas aleteando,
les creció el bigote y la espalda,
perdieron sus alas,
no se sabe a dónde acabaran
ni a dónde fueron a posar,
aquella mano como las flores sobre el viento se marchita.
Aquella mano como las flores sobre el viento,
libada,
cansada de las formas y los signos.
No existen mariposas bajo la lluvia,
la luna duerme, encima de trizas de vidrios rotos
el hombre desnudo y diminuto ha muerto,
ha muerto, su mano inmóvil,descansa.