Has visto nacer y morir los milenios
que siempre al acecho de los astros
te dejaron la luz del origen.
Sin ojos miras más allá del cambio alquímico,
más allá del color que no te queda
o del olor que no definió tu rostro.
Puede hablar tu geometría
más que esta palabra,
más que este paisaje parecido al silencio;
no hay sonido primero que el viento
salvo tu movilidad,
salvo tu espiral de confinamiento infinito,
encadenado por los hielos y el elixir solar.
El torbellino del caos viaja sin maleta
mirando desde la ventana tu apacible conexión inerte
superficie millonaria,
remolino eterno de moléculas danzantes,
viajeros de la montaña eterna
vienen y van desde los nacientes metamórficos
como fantasmas milenarios
gritando la evolución mística
de tu aura mayor,
que se empina para pintar el cielo
que muestre el camino
a la inmediatez del tiempo
y el frío calor de lo humano.
Oh gran Elal tu que guiaste los pasos
y el vuelo Tehuelche
danos las señales para encontrar
el sendero a la nueva traslación.