Amiga, no pensé que echases tanto
en falta aquel poema que, a tu gloria,
quedé yo en escribirte, por tu santo
y no pude cumplir, por desmemoria.
No puedo soportar sentir tu pena,
el alma me desgarran tus reproches,
causar tu sufrimiento me envenena,
y no puedo dormir bien por las noches.
Podría retornar esa sonrisa
bella a rabiar, que tu nariz arruga,
si en acabar a tiempo me doy prisa
y el poema te llega antes que el sueño
y así, pese ser lento cual tortuga,
vieras que en complacerte puse empeño.
© Xabier Abando, 31/05/2016