Trabajaba siempre de noche,
regresando de madrugada,
a veces acompañada,
otras sólo bajaba de un coche.
Él la esperaba impaciente
y ella llegaba cansada,
sin ganas de no hacer nada
y él la miraba paciente.
Los lunes los destinaban
a pasear o ir al cine,
y ahí van, camine y camine,
y regresando cenaban.
Ay, mi colonia Doctores,
cuna de tantos recuerdos,
unos locos, otros cuerdos,
otros llenos de dolores.
Una noche el locutor
anuncia con mucho tino:
Juan Sabines, gobernador interino,
y su hermano, el poeta, era de él una especie de tutor.
Esa noche, al regresar,
como siempre, aburrida,
tengo que irme, mi vida,
le soltó él sin más, ella se puso a rezar.
Él del sur, ella de Hidalgo,
no volvieron a encontrarse,
él la busca hasta cansarse
sin poder encontrar algo.
Así termina esta historia
de dos almas que se amaron,
y cuando se separaron
renunciaron a la gloria.
31/05/2018